HISTORIA ESTÉTICA DEL TANGO
PARTE I
Por Pablo Taboada
Coleccionista e investigador
1. INTRODUCCIÓN Y ACLARACIONES
En esta serie de artículos, doy inicio a un trabajo que lleva como finalidad la idea de esbozar un panorama descriptivo y valorativo tendiente a ejercer una somera clasificación sociológica y musicológica respecto a las fases históricas del género.
Dadas las limitaciones que conlleva escribir un ensayo voluminoso en el sistema del blog, sólo se hará referencia al asunto de una manera genérica, quedando los detalles que fundamenten el nomenclador a proponerse, para trabajos posteriores más específicos y concretos.
Aclaro que en esta primera parte, expondré una clasificación histórica de etapas lineales que se complementan en una relación antecesora-continuadora, que si bien evidencia cambios y matices que diferencian a cada una de las etapas de manera gradual y paulatina, en ningún caso las fases sufren roturas que conmuevan la estructura básica en la cual se sostiene el tango en una seguidilla de acontecimientos irreprochables, cual si fuera una escalera respecto a sus escalones.
Lamentablemente, la esencia y la existencia sociológica y musical del tango, sufre un quiebre mortal con las pretendidas superaciones vanguardistas de los años sesenta.
El tango desde sus inicios históricos rioplatenses, alrededor de la década de 1880 y hasta la irrupción de esa vanguardia piazzolista en desmedro de las orquestas tradicionales en la década de 1960, ha convivido en un desarrollo indefectible que ha unido a cada una de esas etapas por una serie de caminos y puentes recorridos similarmente por las distintas generaciones de músicos que se iban sucediendo en trance de continuidad pero NUNCA DE RUPTURA.
Decimos que para considerar al tango en su esencia, apelamos a su irreductible criterio musical y a su existencia en la presencia de ese mismo ente tango, en la vida de los fenómenos dados en la historia: aquellos que se ejecutaban, silbaban, cantaban y bailaban gracias a las melodías que componían sus creadores.
Podemos hablar de algo completamente distinto, ajeno o destructor de esa historia apuntada, desde que las características pecualries que lo distinguen sociológicamente de otros géneros (ejecución tradicional, canto, silbido y baile), desaparecen por otras o se anulan por una nada que deja un vacío nihilista de laguna estética.
El tango como esencia musical, ha compartido su idea central con la existencia que le han dado los compositores que en un momento determinado crearon tangos particulares que fueron tocados, cantados, sildabos y bailados; y ese gérmen ha crecido y realizado la historia del tango en espíritu, idea y se ha manifestado como razón de ser de una historia material y fácticamente determinda. Y sólo cuando esa etapa fue reemplazada por un nihilismo musical (sic) -no sabría como llamarlo-, la historia devenida se marchitó por una etapa que no dio ni continuidad ni superación, sino destrucción o vacío estético. No en vano, la época de este vaciamiento artístico se produjo en una fecha determinada, donde si se la estudia a fondo, se percibe, como en cualquier manifestación cultural, el cambio humano en general, ha dejado vacio. Vacio intelectual, moral, cultural. En los años de 1960 el mundo cambió radicalmente, y con esos cambios profundos y desgarrados, la música sufrió también sus duros embates. Desgraciadamente, el tango no fue la excepción.
Ante un mundo nuevo que había roto sus lazos con el pasado que le había precedido, sin la menor intención de recuperar o atar ciertos enlaces con ese pretérito anterior, la Argentina también destruyó sus raíces costumbristas, y el tango pasó entonces, al cuerpo de los museos, como un objeto pre-histórico dentro de un mundo propenso a la in-cultura o peor aún, la anti-cultura que abarca tanto la incultura como la aculturación.
El desprecio por el tango fue tan grande, que la mayoría de las personas lo empezaron a catalogar como música de viejos y amargados.
El error de las vanguardias del tango (sic), al margen de su finalidad estética que no comparto en lo más mínimo, fue no darse cuenta de que la difusión de su música en su clima epocal, no era ya el "tango esencialmente existente" y era ya inevitable su defección. Y que las armas de "postmodernidad tanguera", no podían enfrentar a las huestes de otros géneros aún más bochornosos como el rock and roll y todos los desprendimientos de música dura (sic), y así el alejamiento de las vanguardias de las esencias terminó desmoronando todo el edificio del tango, quedando su historia como la de aquellas ruinas antiguas que solo pueden rescatarse históricamente, merced al trabajo de arqueólogos e investigadores.
Por lo tanto, cualquier intento de recuperación del ser tanguero por excelencia, no es más que una mera imitación de un mundo ya perdido, que solo puede re-crearse a través de la historia misma, pero no del futuro, que cultural y filosóficamente es la nada de la que nada puede esperarse.
2. LAS ETAPAS HISTÓRICAS DEL TANGO:
Por lo anteriormente señalado, el tango históricamente considerado y toda la época que lo hizo posible, puede clasificarse a los efectos didácticos y musicológicos en la siguiente nomenclatura:
a) 1880-1900: Génesis del género
b) 1900-1917: Guardia Vieja
c) 1917-1923: Primer período intermedio
d) 1923-1935: Guardia Nueva
e) 1935-1939: Segundo período intermedio
f) 1940-1955: Época de masividad popular
e) 1955-1960: Tercer período intermedio
f) 1960-1964: Últimos tiempos
g) 1964-1975: Desubicación temporal (etapa no propiamente tanguística)
De a) a f) existieron más puntos en común que diferencias al margen de las cuestiones de forma, la evolución propia del paso del tiempo y las diferencias de grado, más no de esencia. Desde 188o y hasta 1964, siempre se ejecutó un tango capaz de ser cantado, bailado y silbado. Pero en los años sesenta eso empezó a ser anualdo, y lo que llamamos como item g), no es más que el espectro de una representación dañada hondamente en su espíritu. Una desubicación en el tiempo, como lo demuestra el genio de Anibal Troilo, el talento de Lucio Demare o la pasión de Osvaldo Pugliese en los años setenta. El problema no pasaba por ellos, por supuesto, sino por las circunstancias culturales que ya habían perturbado el gusto típico de los años anteriores. Ya no había público capaz de emocionarse con ese tango, que era tratado de antiguo. Por otra parte, aquellos que decían defender al tango por el tango y desde el tango mismo, no hicieron más que terminar de aniquilarlo con música muy poco esencial y ejecutada desde nuevos paradigmas que por más que dijeran que eran cañones tangueros, eran bombas de artillerías enemigas, que hirieron de muerte al género.
Es lamentable escuchar como tan vulgarmente algunos músicos vanguardistas, pretendieron utilizar la palabra "tango" como una especie de simbología política que les abriera réditos y rumbos, cuando en realidad sólo se hacía uso de la palabra por una cuestión de conveniencia y se presentaba musical y socialmente lo que de tango no tenía mas que el nombre propio, tan desteñido por aventureros de todo tipo.
En el próximo número, comentaremos las características estéticas de la primera clasificación, y demostraré como en toda la línea histórica se guarda una similitud que hace posible la existencia y la continuidad del género entre varias décadas, y cómo y en qué época, la misma empieza a declinar su estrella.
Recuerdo una frase de Francisco García Jiménez que patentiza toda esta clasificación y justificación estética: "OTRA ÉPOCA. OTROS HOMBRES".
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